Grupo Paleolab recomienda el libro "LA MEMORIA DE LA TIERRA", editado por Editorial Tebar: http://www.editorialtebar.com/lamemoriadelatierra/index.htm
La exhumación de una fosa común es un hecho de una profunda intensidad. De repente, el recuerdo de la represión, que ha sido un tabú, rompe las ventanas de las cocinas, convierte los susurros en voces y el silencio desaparece de los espacios públicos, para que la historia de lo ocurrido y de lo que está ocurriendo termine de una vez por todas con las últimas conquistas de la represión franquista; la inercia de una memoria cautiva y desarmada que recupera la palabra, el reconocimiento y la libertad para disfrutar sin límites de la democracia.
En la exhumación se entrecruzan y regresan todas las consecuencias de la represión. El miedo, que se desmorona como un reflejo condicionado por el hecho de que no vuelve la represión tras la realización de la exhumación que es un reto al pasado y al presente. Las emociones, las que hubo que ocultar y auto reprimir, como una forma de desvincularse de esos muertos. El duelo, que por fin encuentra, siete décadas después, un camino por el que desarrollarse con cierta normalidad; con acompañamiento del entorno social y con total libertad para las emociones.
Es importante que una sociedad se responsabilice de las consecuencias de su pasado. Y con cada exhumación, con cada homenaje, libro, documental, grabación de un testimonio, la sociedad civil está reconstruyendo en el presente el reconocimiento que merecen los hombres y las mujeres que construyeron durante la Segunda República nuestra primera democracia: ellos, fueron aplastados y castigados por un grupo de militares que defendieron los privilegios de unos pocos, frente a la posibilidad de construir una sociedad más justa. Nosotros, tenemos que construir después de tantos años la justicia que nunca han tenido; incorporarlos a nuestra memoria colectiva, ese panteón en el que deben estar aquellos que trabajaron, lucharon y sufrieron por el bien de todos. Por eso es bueno que la tierra ya no duerma.
EMILIO SILVA